Vistas de página en total

martes, 2 de diciembre de 2014


Teoría del Aprendizaje Social Extrapolada a la Realidad de los Centros Educativos 

Damián Francis 

Hace unos meses sostuve una conversación con una maestra que, en ese momento, estaba recién nombrada por el Ministerio de Educación como la docente de inglés en todos los grados del segundo ciclo de uno de los centros educativos del Distrito Nacional.  La educadora me manifestó el grado de frustración que tenía por no poder desarrollar sus lecciones con eficacia. Me explicó lo difícil que era manejar la disciplina de sus estudiantes, y, También, dijo que el grado de violencia que expresaban los jóvenes era sencillamente inexplicable.


Tomo este caso como un ejemplo de lo que sucede en un gran porcentaje de las escuelas del sector público en Santo Domingo. Los maestros tienen diariamente que lidiar con niños y jóvenes que traen de su entorno familiar y del sector donde viven conductas de violencia y antivalores que imposibilitan el desarrollo de un ambiente adecuado para el aprendizaje. A esto se suma la poca integración que existe entre las personas que tienen, directamente, a cargo la educación de estos niños y adolescentes. Me refiero al equipo de gestión, al departamento de orientación y psicología y los maestros. Con frecuencia se observa en los centros educativos que dichos actores actúan como islas, no como un equipo.


 En las aulas de las diferentes escuelas se ve reflejada lo que son nuestras familias, nuestros sectores, nuestros maestros, nuestros directores y nuestras autoridades. Bandura (1984) dice en su teoría del aprendizaje social que gran parte de nuestra conducta es adquirida a través del aprendizaje por observación.  Según él, aprendemos patrones de conducta al observar a otros y luego imitándolos. Por tal razón, cuando un niño es violento, éste solo está reflejando una conducta aprendida, lo peor de todo es que muchos maestros tratan a los niños con violencia y luego le reprochan cuando estos reaccionan de la misma manera.

 

Considero que para poder enseñar la generación que tenemos debemos ser capaces de entender quiénes son ellos primero.  Es una tarea de los educadores entender que los jóvenes que están en nuestras escuelas son totalmente diferentes a lo que fueron ellos en su tiempo de estudiantes. De acuerdo con Bandura (1984), gran parte de lo que aprendemos está relacionado a lo que estamos expuestos. Por eso, si queremos entender a nuestros estudiantes debemos saber que los patrones de conducta que ellos imitan son el tomar alcohol los fines de semana, mostrarles a las mujeres quien es el más fuerte, resolver los conflictos con agresión, manifestar desacuerdo descalificando a su oponente, consumir drogas, fumar hookah, ganar dinero fácil y mentir para no quedar mal. Una vez se comprenda que éste es el referente que tienen los educandos, entonces vamos a estar en condiciones de ayudarlos.


  Desde mi óptica, la escuela debería ser el mejor referente a ser imitado por los estudiantes. Si sus maestros entienden que su rol es ser líder y modelo, los resultados van a ser diferentes. Los maestros deben entender que, si quieren que sus estudiantes los respeten, ellos deben respetarlos, si aspiran a que los estudiantes sean puntuales, ellos deben serlo y si quieren fomentar la equidad, ellos deben modelarla.