Teoría del Aprendizaje Social Extrapolada a la Realidad de los Centros Educativos
Damián Francis
Hace unos meses sostuve una
conversación con una maestra que, en ese momento, estaba recién nombrada por el
Ministerio de Educación como la docente de inglés en todos los grados del
segundo ciclo de uno de los centros educativos del Distrito Nacional. La
educadora me manifestó el grado de frustración que tenía por no poder
desarrollar sus lecciones con eficacia. Me explicó lo difícil que era manejar
la disciplina de sus estudiantes, y, También, dijo que el grado de
violencia que expresaban los jóvenes era sencillamente inexplicable.
Tomo este caso como un ejemplo de lo que sucede en un gran porcentaje de las
escuelas del sector público en Santo Domingo. Los maestros tienen diariamente
que lidiar con niños y jóvenes que traen de su entorno familiar y del sector
donde viven conductas de violencia y antivalores que imposibilitan el
desarrollo de un ambiente adecuado para el aprendizaje. A esto se suma la poca
integración que existe entre las personas que tienen, directamente, a cargo la
educación de estos niños y adolescentes. Me refiero al equipo de gestión, al
departamento de orientación y psicología y los maestros. Con frecuencia se
observa en los centros educativos que dichos actores actúan como islas, no como
un equipo.
En las aulas de las diferentes escuelas se ve reflejada lo que son
nuestras familias, nuestros sectores, nuestros maestros, nuestros directores y
nuestras autoridades. Bandura (1984) dice en su teoría del aprendizaje social
que gran parte de nuestra conducta es adquirida a través del aprendizaje por
observación. Según él, aprendemos patrones de conducta al observar a
otros y luego imitándolos. Por tal razón, cuando un niño es violento, éste solo
está reflejando una conducta aprendida, lo peor de todo es que muchos maestros
tratan a los niños con violencia y luego le reprochan cuando estos reaccionan
de la misma manera.
Considero
que para poder enseñar la generación que tenemos debemos ser capaces de
entender quiénes son ellos primero. Es una tarea de los educadores entender
que los jóvenes que están en nuestras escuelas son totalmente diferentes a lo
que fueron ellos en su tiempo de estudiantes. De acuerdo con Bandura (1984),
gran parte de lo que aprendemos está relacionado a lo que estamos expuestos.
Por eso, si queremos entender a nuestros estudiantes debemos saber que los
patrones de conducta que ellos imitan son el tomar alcohol los fines de semana,
mostrarles a las mujeres quien es el más fuerte, resolver los conflictos con
agresión, manifestar desacuerdo descalificando a su oponente, consumir drogas,
fumar hookah, ganar dinero fácil y mentir para no quedar mal. Una vez se
comprenda que éste es el referente que tienen los educandos, entonces vamos a
estar en condiciones de ayudarlos.
Desde mi óptica, la escuela debería ser el mejor referente a ser imitado por los
estudiantes. Si sus maestros entienden que su rol es ser líder y modelo, los
resultados van a ser diferentes. Los maestros deben entender que, si quieren
que sus estudiantes los respeten, ellos deben respetarlos, si aspiran a que los
estudiantes sean puntuales, ellos deben serlo y si quieren fomentar la equidad,
ellos deben modelarla.